El complejo educativo se desarrolla en una serie de pabellones independientes colocados de manera paralela, unidos a través de una pieza perpendicular a ellos que permite la comunicación sin necesidad de salir al exterior. Esta disposición en peine resuelve muy bien los problemas de comunicación y ha sido muy utilizada en los edificios educativos. Interiormente se organiza a través de un pasillo que permite la entrada a las diferentes aulas cuyas ventanas tienen una orientación sur para aprovechar el mayor soleamiento posible.

Los pabellones tienen una serie de elementos verticales que dotan de ritmo a la fachada, un ritmo coincidente con la estructura. Aunque la alternancia de los llenos y vacíos marcan una ritmo horizontal. Las partes opacas de los pabellones se revisten con elemento cerámico rojizo y en la pieza perpendicular que los ata a todos se ha optado por uno igual, pero de tono blanquezino.

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